NUESTRAS VIDAS, NUESTROS CUERPOS. El anteproyecto de reforma de la ley de aborto.
Como estamos viendo este gobierno está aprovechando bien el tiempo para imponernos a toda la sociedad, sumida en un estado de shock sus políticas neoliberales que dicho mal y pronto se resume en privatizar lo público y vender los bienes comunes, beneficiando a sus amiguetes. Su ideología ultraconservadoras, luce por doquier, allí donde se mire tenemos la Ley Wert, la “Ley mordaza” y ahora la “Ley de protección de la vida del Concebido y de los Derechos de la mujer embarazada”, eufemismo para decir Ley antiaborto.
Los dos años de gobierno del Partido Popular nos han hecho perder muchas cosas, pero más que a nadie a las mujeres, por una parte la reducción drástica en las partidas para la dependencia y servicios sociales, hacen recaer aun más el peso de los cuidados a los dependientes sobre las mujeres, mujeres que pasan sus vidas cuidando a niños, enfermos y ancianos, en muchos casos sin ninguna contrapartida económica, mujeres que se ven avocadas a dejar el trabajo remunerado por necesidades familiares, o que doblan o triplican jornada.
Y ante la quiebra de lo que no era sino un raquítico estado del bienestar ahora nos vienen desde el ministerio de Justicia a regular la maternidad.
Ósea, sin ayudas, apáñatelas como puedas que nosotros protegemos al no nacido pero al nacido…”dios proveerá”.
He conocido la época en la que los anticonceptivos eran ilegales, vivía Franco, he conocido la época en la que era corrientes que madres de familia se provocaran abortos en casa durante su vida fértil, también conocí a muchas chicas casi adolescentes que se tuvieron que casar por estar embarazadas, a las que pudieron apañárselas para salir del país y abortar con más o menos seguridad, conozco casos de jóvenes que han quedado estériles. Todo esto porque un estado cree que debe tener la tutela sobre los cuerpos de las mujeres. Sabemos que no nos consideráis iguales en derechos, que nos queréis de nuevo en casa, con la pata quebrada. ¡Es muy fuerte ¡
En 1985 se regulo por primera vez el aborto para los casos malformación fetal, violación y de grave riesgo físico o psíquico de la salud de la madre, normalmente bajo este segundo supuesto se acogían la mayor parte de los casos.
Si se regula la nueva ley volvemos a antes de 1985, es una ley más restrictiva que esta que pretender gobernar los cuerpos y las vidas de las mujeres como si fueran menores bajo tutela.
Se nos niega el derecho a decidir sobre algo tan importante y fundamental como es el ser madre, ninguna madre debería serlo si no lo desea claramente porque supone una dedicación y un cuidado inmenso durante mucho tiempo, las personas para crecer sanas necesitan de ese cuidado por lo tanto si pensamos en el bien común, en una sociedad de personas sanas física y psíquicamente, haríamos justamente lo contrario: informar y educar sexualmente, prevenir los embarazos, promover el cuidado compartido, mimar a la mujer que quiera tener un hijo, no como aquí, y a la que por lo que sea se ha quedado embarazada y no quiere tenerlo ponérselo lo más fácil posible para que pase ese mal trago que a nadie le cae bien, con seguridad y tranquilidad. ¡Sin más aspavientos Señores!
Tengo el gusto de poner aquí el comentario de La Asociación Madrileña de Salud mental
Que esta sacado de su blog, estos si son profesionales defendiendo Derechos:
“Desde la AMSM manifestamos nuestro profundo rechazo al cambio legislativo puesto en marcha en torno al aborto. Esta nueva ley, torticera y sarcásticamente denominada “Ley orgánica de protección de la vida del no nacido y de los derechos de la mujer embarazada”, supone un retroceso extremadamente grave precisamente en lo que a derechos de la mujer se refiere. En primer lugar no deja de ser reseñable que se protejan los derechos del feto en un entorno en el que se reducen al mínimo las ayudas a esos mismos individuos una vez nacidos (véanse los recortes en derechos sociales y en ley de dependencia). Como ciudadanos nos manifestamos radicalmente contrarios a un cambio legal que no disminuirá el número de abortos (hay evidencia sobrada al respecto) sino que, en el caso de las mujeres sin recursos económicos, las empujará a realizar dichos procedimientos en la clandestinidad con el consiguiente riesgo para sus vidas. Rechazamos esta medida también en tanto y cuanto supone perpetuar una concepción paternalista de los derechos reproductivos, que despoja a la embarazada del derecho a decidir acerca de su propio cuerpo. La maternidad no es una experiencia de la mujer sino una propiedad del estado.
Pero desde la AMSM, en calidad de profesionales de la salud mental, queremos recalcar nuestro rechazo desde otro ángulo más, el del papel represor que se nos confiere. Desde su nacimiento la psiquiatría ha constituido uno de los elementos del poder para controlar a la población mediante medidas de disciplinamiento, especialmente en el ámbito de la libertad sexual (hasta 1973 defendimos que la homosexualidad era una condición patológica, y aún hoy se mantiene en discusión la validez de nuestros conceptos acerca de los trastornos sexuales y de género). Durante todo este tiempo han resultado fundamentales los movimientos sociales reivindicando dichas libertades sexuales (insistimos, con mucha frecuencia cercenadas invocando nuestro criterio profesional), movimientos que han discurrido paralelos a la evolución de nuestra especialidad, la reforma psiquiátrica etc, que nos han llevado a entender nuestra profesión como un cuidado a la población, y no como una coacción moralista. Sin embargo esta nueva ley vuelve a colocar a la mujer embarazada en la posición de ceder el control de su cuerpo a terceros, otorgándonos a los psiquiatras un poder que no queremos: tutelar en una decisión (de relevancia biográfica crucial) a personas adultas y competentes por el simple hecho de ser mujeres. Sólo conserva derecho a decidir sobre sí misma (una vez cuestionada) la mujer violada, la que no es culpable de la situación porque no ha querido tener relaciones sexuales, la que se ha mantenido “casta”. En este contexto nuestra intervención como psiquiatras no proporcionará protección ni está destinada a aliviar sufrimiento alguno, lo que se nos pide es imponer unos criterios morales y religiosos en nombre de unos gobernantes que han convertido en delito lo que consideran pecado.
No queremos tener derecho a decidir sobre úteros ajenos. Porque nuestra profesión nos avala para proteger, cuidar e integrar socialmente a los enfermos mentales, pero
no para despojar de derechos a las mujeres”.
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