PORQUÉ ME METÍ EN POLÍTICA
Que las mujeres participen en política es fundamental para salir del desastre en el que estamos inmersas, no solo porque somos más de la mitad de la población sino porque realmente la pobreza, la discriminación y la violencia afectan más aún a las mujeres.
Quiero compartir mi relato como el de una mujer más, normal y corriente, trabajadora y madre a la que las circunstancias que vivimos han empujado a trabajar en política por el bien común y así , de paso, animar a todas a hacerlo, cada una desde su ámbito, sin complejos. Creo que todas las personas deberíamos dedicar un tiempo a la política para no dejarla en manos profesionales que nos han llevado a un sistema injusto.
Desde muy joven, en el Franquismo, nació mi conciencia social por un cumulo de circunstancias personales, la primera leer a mi tío Rafael Alberti Merello y otros poetas de la generación del 27 en la editorial Losada, era de lo poco que en esa España de los primeros setenta se podía leer y confieso que cuando en clase de literatura de 5º de bachiller la profesora hablo de como Alberti se había “vendido al oro de Moscú”, ya me di cuenta de la mentira oficial, que la historia la escriben los ganadores. Otro factor importante fue constatar la gran desigualdad que me rodeaba pues yo acudía a un colegio católico elitista de Madrid, en 1968 este colegio por ley tuvo que juntar el que tenía para niñas pobres, “las gratuitas”, como les llamaban y entre las que hice muchas amigas. El contraste entre la enorme riqueza de algunas de mis amigas y la realidad de las otras también me dio mucho que pensar, mis padres estaban pasando una situación económica muy difícil y aunque yo provenía de una familia privilegiada no fue precisamente beneficiada por Franco.
Mi madre es una gran luchadora, una mujer culta, que desde el cristianismo siempre defendió la justicia social y se implicó en la medida de sus posibilidades, con nueve hijos y teniendo que trabajar en lo que apareciera. Mis padres siempre nos inculcaron valores de honestidad, sinceridad, apoyo mutuo, igualdad. Entre cinco chicas y cuatro hermanos convivíamos en igualdad, para estudiar y colaborar en las tareas de la casa. También vi a mi padre durante años cocinando y trabajando en casa cuando ya a los 55 definitivamente no encontró un trabajo mejor.
Sabía que tenía que trabajar pronto ganar dinero para ser económicamente independiente y elegí ser enfermera porque en aquellos años con un SNS en ciernes había trabajo, sin embargo en otras circunstancias habría estudiado arte, danza o biología pero fui a lo práctico y empecé ATS en el Hospital “José Antonio Primo de Rivera de Jerez”, comienzos de la sanidad pública, vivía Franco. Era 1974 cuando me lleve la primera en la frente, en un trabajo que nos pidieron para FEN, formación del espíritu nacional, comente una carta abierta a franco de José Mª Xiriñach, inocente de mí, eso levanto las iras de la profesora, falangista y me señalo como peligro político, jajajaa.
Era tan inocente…, que meses después detuvieron a una compañera de clase y no sé si porque era la delegada de clase o porque mi orientación política era conocida, las monitoras me encargaron que acompañara a esta amiga para que “no se metieran con ella”. Esto fue definitivo, mi amiga Victoria me abrió ojos a una realidad desconocida: Ateneos de barrio donde nos formábamos en historia del movimiento obrero y nuevas amenazas como las multinacionales, ¡en 1974!
Por otra parte siempre he leído mucho, es lo que veía en mi casa, un gran ejemplo que recomiendo a todas las madres. En mis lecturas muy variadas también comencé a ver el desastre de civilización capitalista que teníamos como futuro pero el Mayo del 68, 11 años, el movimiento hippie, influyo en España también, empezaron a haber iniciativas del vuelta al campo, a una vida más acorde con la tierra, pase un verano por la comunidad el Arca que lideraba Lanza del Vasto, un católico convencido de la no violencia, discípulo de Gandhi, en esa comunidad eran vegetarianos y practicaban la no violencia activa, Vivían muy sencillamente pero para mí era una vida mucho más satisfactoria para sus integrantes que lo habitual en las ciudades.
Salieron revistas de referencia como Ajo Blanco, Integral y muchas más, eran tiempos muy ilusionantes en los que se habría las ventanas y entraba viento fresco. En la escuela de enfermeras empezamos a tener actividades políticas, un día a la semana lo dedicábamos a talleres de contracepción, debates, hemeroteca, creando conciencia.
Nada más acabar mis estudios, al día siguiente, empecé a trabajar en ese mismo hospital, pero Jerez se me hacía chico y con mi amiga Victoria nos fuimos a vivir a Madrid, acababan de abrir el Centro Especial Ramón y Cajal, conocido por el Piramidon o pira y allí nos contrataron , éramos muchísima gente joven de toda España.
Por aquellas fechas yo me sentía anarquista y acudía en la calle Libertad a la sede de CNT, donde encontrabas personas muy mayores, que habían vivido la guerra y jóvenes, jovencísimos, no había generación intermedia.
También en 1977 Rafael Alberti volvió del exilio y cuando llego al Puerto fui a visitarle, ahora comprendo que siempre me comentaba el siglo tan terrible que había vivido con las dos guerras mundiales y la española. Fuimos muy amigos durante dos años hasta que me fui a vivir a Motril en 1979. Fue una gran experiencia, conocí a todo tipo de artistas: Pintores, autores de teatro, actores y actrices, soy afortunada.
El trabajo de enfermera es un trabajo duro y siendo tan joven difícil de llevar, pero también es un trabajo honesto en el que tienes la suerte de servir a los demás; sin embargo ser enfermera con conciencia en esos tiempos era duro porque la enfermería era como la ayudante del médico, una profesión muy poco independiente, con inmensa mayoría de mujeres.
El síndrome toxico me pillo trabajando en la planta de neumología del Hospital 12 de Octubre, un espanto terrible que aun hoy no está definitivamente aclarado, fuera por el aceite adulterado o por el nuevo plaguicida de Bayer, el caso es que constate como la alimentación industrial perjudica seriamente a la salud.
La gran ciudad me agobia, “Madrid me mata”: Pertenezco a la generación de la movida madrileña, de Malasaña, que floreció contra todo lo gris y feo que había antes, fue una locura que más tarde se mezcló con la heroína y acabo muy mal para muchas personas de mi generación.
El movimiento ecologista nacía con las luchas antinucleares, la contaminación, la desforestación. Respetar la tierra que nos sustenta siempre me ha parecido fundamental, urgente, así como cambiar el modo de vida tan frustrante y alienante.
Decidí dejar Madrid para volver al sur, volver a la tierra, era 1985 y ya rondaba en mi cabeza formar una familia pero no quería que mis hijos se criaran en Madrid, vivo en Puerto Real, Cádiz, desde 1988, aquí se han criado mis dos hijos, los cuales no sé dónde terminaran viviendo con el 55% de paro juvenil que tenemos aquí. Para mí es un placer salir de mi casa y poder ir andando o en bici a cualquier parte de Puerto Real, la belleza de la bahía que está detrás de mi casa me recuerda constantemente el privilegio que es vivir en Puerto Real.
Luego vinieron años de trabajo duro en el hospital, con turnos imposibles para conciliar vida familiar y laboral, luchando contra el agotamiento y la frustración, educando lo mejor posible a mis hijos; leyendo todo lo que podía , entre estas lecturas algunas de las que más me han inspirado son Hojas de Hierba de Walt Whitman, Walden y Desobediencia civil de Henry David Thoreau, La gran transformación de Karl Polanyi. Tan solo en las bajas maternales participe en el grupo ecologista local, pues simplemente no tenía tiempo, materialmente imposible como le pasa a tantas mujeres.
Los niños se fueron haciendo mayores y yo conseguí un trabajo de enfermera mejor y que me gustaba más, hice la especialidad en salud mental, me dedique a formarme más y estudie Antropología, algo que siempre había querido y que espero poder dedicar tiempo más adelante, con todo esto nos situamos en el año 2011, es Verano, acabo de terminar la licenciatura en antropología y estoy indignadísima con la estafa de la crisis, en Marzo salió la iniciativa de EQUO, me apunte a la Fundación Equo porque parecía el partido que siempre había estado esperando: Justicia, equidad social y medioambiental, democracia radical. Equo es un experimento político radical porque va a la raíz de los problemas y contempla estos desde una perspectiva transversal, porque hasta ahora es el único partido que no piensa solo en lo inmediato, las personas de Equo sabemos que nos estamos jugando el futuro de nuestros hijos y nuestras nietas y sobre todo que queremos vivir en un mundo mejor para todas, sabemos que es posible y urgente y que no podrá ser hasta que más y más personas, muchas de ellas mujeres entren a participar en política.
Y es a partir de ese momento que asumo responsabilidades, haciendo política, sin experiencia, aprendiendo haciendo.
Aquí estoy, intentando compatibilizar tantas inquietudes, trabajando junto a gente estupenda.
El vértigo que nos da a muchas mujeres la esfera pública, el no tener experiencia tiene que ser una un obstáculo a salvar, las mujeres tenemos que tener claro que somos imprescindibles para crear un mundo mejor, no es fácil, cierto, pero no nos queda otra.
Maravilloso, María. Un orgullo tenerte como hermana!!Te quiero,Cristina
Date: Sat, 28 Feb 2015 17:34:31 +0000 To: malilifamilia@hotmail.com