(1)Es imprescindible un cambio en la correlación de fuerzas en Europa para que un futuro digno sea posible.
La historia del viejo continente se muestra dramática, con luces y sombras, Europa, sus gentes han alumbrado lo mejor y lo más terrible. Europa ha sido la cuna del pensamiento occidental, ha sufrido históricamente en su diversidad los traumas e imposiciones, los experimentos de nuevo modelo económico, léase la revolución industrial, la lucha de clases, el espanto de las guerras, la visión de un mundo mejor, posible, fraternal, cosmopolita, tolerante. Todo eso y mucho más es Europa.
Esta Europa que estamos sufriendo no nos vale, pero si los ciudadanos europeos nos desentendemos, frustrados ante el engaño que se ha visto desenmascarado con la crisis bancaría, y la estafa a la mayoría que supone su rescate, si no aprovechamos la oportunidad y sabemos reconocer nuestra cuota de poder, ejercerla sabiendo que somos la mayoría, seguirán campando a sus anchas “Los mercados” que son los que mandan.
Los europeos tenemos las condiciones objetivas para darle la vuelta a la tortilla. Somos una sociedad madura, rica, tenemos tradición de lucha y democracia, por lo tanto es necesario que nos demos cuenta del momento histórico en el que nos encontramos inmersos, ante una crisis del capital como nunca ha existido antes, esta crisis del capital financiero que se ha traspasado a los habitantes de Europa, indica que estamos ante los estertores de un modelo, el sistema capitalista, que no puede crecer si no es creando nuevas burbujas y estas al explotar extraen los recursos generados por la población, para conseguirlo necesitan que la UE y los gobiernos sean capaces de imponer “las medidas de ajuste” que garanticen su recapitalización.
No es una democracia, vivimos en una crisis democrática necesaria para imponer la pobreza a la mayoría a costa de extraer los bienes comunes en beneficio de muy pocos. En esta situación los gobiernos nacionales tienen muy poco poder desde el momento que las medidas vienen impuestas desde Europa, con el necesario cumplimiento de los objetivos del déficit el margen de maniobra de los Estados es muy escaso, véase a modo de ejemplo Grecia , donde una coalición de izquierda estuvo a punto de ganar las elecciones y cuenta con casi la mitad del parlamento Griego y sin embargo no han conseguido poner freno al empobrecimiento, en Grecia han perdido el 42% del poder adquisitivo desde que comenzaron las medidas de austeridad.
Poner la esperanza en la Europa de los pueblos, de las personas, supone desde mi punto de vista primero que nada apuntar bien al enemigo, desenmascarlo.
Conocer que desde el principio de la construcción Europea ha estado diseñada a la medida del gran capital. Con la creación del Banco Central Europeo en 1998, ya previsto en el tratado de Maastricht (1992) y hecho a la medida Alemana, que es un banco central solo en términos nominales, pues su único mandato es el control de la inflación y carece de las contrapartidas para las que fueron creados los Bancos Centrales de los Estados-Nación durante el siglo pasado: Un doble sistema de responsabilidad financiera. Por un lado el estado garantizaba el capital del banco central y así prestar a los bancos privados con problemas y por otro hacia las veces de prestamista de última instancia del estado en caso de riesgo de quiebra.
En la medida en que el BCE no está obligado a actuar como prestamista de última instancia de los estados, carecemos de la solución más inmediata a la crisis de la deuda que pasaría por que el BCE monetarizara la deuda pública de los estados, está operación que incluyendo el rescate de España e Italia se valora en 2 o 3 billones de euros, supone una cuantía mucho menor que la que inyecta al sistema financiero europeo, a razón de medio billón de euros al mes. El diseño de la moneda única y con ello del núcleo de la Unión es quizás el único experimento de gobierno supranacional orientado por criterios neoliberales, en beneficio del capital financiero. (Emmanuel Rodríguez, Hipótesis Democrática. mayo 2013),
La riqueza Europea ha sido construida sobre la base del colonialismo, Europa ha sido y en menor medida continua siendo una zona central del sistema mundo que extrae riqueza de la periferia. Esta situación tiende a su fin y ya no volverá a suceder, pero el sistema de interacción centro periferia se reproduce ahora con Alemania, como país dominante y los PIIGS, entre los que nos encontramos en situación periférica.
Sabiendo que nuestra Europa ha sido construida así, en beneficio de muy pocos, es posible rescatar otros vínculos que nos identifiquen como Europeos, que logren unirnos, a los que sumamos la mayoría para darle un giro histórico a este diseño.